Para ello, no se les ocurrió mejor homenaje que convertir su logo en un sucedáneo de guitarra digital, siendo capaces, ya fuera a través del teclado o pasando el ratón por las cuerdas, de hacer música como nunca hubiésemos imaginado. Se extendió rápidamente a qué tecla correspondía cada nota y a las pocas horas de su lazamiento cualquiera podía tocar fácilmente el estribillo de muchas canciones conocidas, desde la banda sonora de Star Wars a “La cucaracha” pasando por incluso “Stairway to heaven”.
Algo curioso es que lo único que ha llegado a todos los países por igual ha sido la posibilidad de tocar esa guitarra. En Estados Unidos también se podía grabar lo que se componía, almacenándose en una URL. Y un día después, disparidad de criterios: mientras que algunas naciones habían añadido esa funcionalidad a su Doodle, en otras, como España, el propio Doodle ha desaparecido. Aún así, todavía se puede acceder a él, aunque no desde Google.com sino desde este link.
Quizás sea ese carácter efímero lo que, en el fondo, sea una de las virtudes que han hecho a los Doodles de Google tan famosos. Si permaneciesen para siempre, aparte de disminuir la productividad (como aquel que homenajeó al Pac-Man, que cuentan que supuso una pérdida de millones de dólares por las horas perdidas en el trabajo jugando), perderían parte de su atractivo.
Enlace | Doodles de Google
Enlace | Hey Jude versión Doodle
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